Hoy tuve el honor de participar en la ceremonia de celebración de los primeros 178 años de la Universidad de Chile. Junto a una treintena de colegas, recibía –virtualmente– la medalla de profesora titular de la U. Junto a otro par de profas de la FCFM y algunos colegas, estuvimos felices y creo que compartimos el orgullo bueno de ser de la U.
Si hay algo que caracteriza a la U es la pluralidad. Por sus aulas y pasillos se escuchan todas las opiniones y, a menudo, se debe ejercitar el respeto a la diferencia. Hay días en que eso requiere mucho esfuerzo. En otros días, se hace más fácil. Siempre, de la contraposición de ideas (no de mentiras) y el diálogo emergen mejores ideas y se afinan los argumentos. No todas las opiniones derivan de sesudos análisis y fundamentos filosóficos. A veces, las opiniones son gritos de esperanza y sueños de gente joven, llena de pasión. A veces esos jóvenes llevan muchas décadas viviendo. Otras veces, esa misma pasión juvenil se acompaña de inteligencia y agudeza. Cuando eso ocurre, la estudiantina desborda las aulas y, en cánticos originales, genera y promueve, sagaz, grandes avances de justicia social para Chile, grandes luchas por la libertad, por el básico respeto a los Derechos Humanos de tod@s. El himno dice: “Juventud, como un río sonoro, agua fresca de la eternidad”.
A menudo, la juventud que se forma en la U lleva la impronta de sus aulas al servicio público, al bien de los comunes. Se vuelven hacedores de cambios. Desde Eloísa Díaz y el servicio dental escolar hasta la introducción temprana de internet y el supercómputo. Todo suele partir como una locura de las buenas en que no muchos creen al principio, pero que, a la par con el trabajo y la porfía que son insoslayables, se tornan en luchas victoriosas y generosas. El himno dice: “Tus cimientos de luz los llevamos enterrados en el corazón”.
Hoy el rector Vivaldi enumeraba una larga, ¡larguísima!, lista de logros y contribuciones de la U en el contexto de la pandemia, a pesar del olvido del Estado de su principal universidad, a pesar del des- y sub- financiamiento crónico de las ciencias y las artes y de la U. Poco antes, el ministro de Educación instaba a la U a pensar en cómo contribuir a Chile. Quizás era un discurso genérico, todas las universidades de verdad deben pensar en eso y muchas lo hacen y, en tiempos de pandemia, puede ser que él haya querido, inespecíficamente, recordárselo a la U. Espero que la larga lista del rector Vivaldi le sirva al ministro para dar un discurso más pertinente si, nuevamente, el próximo año, el patrono de la Universidad, el Sr. Piñera en calidad de presidente de la República, le vuelve a pedir dar el discurso. Quizás omitió parte del discurso preparado pues tampoco escuché el saludo del patrono y, también, ex alumno de la U. Quizás me distraje y simplemente no lo escuché. Como decía, la pluralidad de la U es un ejercicio consciente.La U no es perfecta, nunca lo ha sido. Desde su pluralidad consciente y expuesta al límite de la violencia brutal que la ha acallado por momentos, la U se ha defendido y ha seguido construyendo sueños colectivos de un Chile y un mundo mejor. Dice el himno: “Egresado, maestro, estudiante,
vibre entera la Universidad, bajo el blanco y ardiente estandarte que levanta la ciencia y la paz.”