El proceso constituyente que estamos viviendo nos permite replantearnos todo. Es una oportunidad de mirar en profundidad el tipo de Chile que queremos, lo que sin duda no es una tarea fácil, porque partimos de la base donde cada uno de nosotros tiene una idea que difiere de los otros. Y por lo tanto sabemos también que el ejercicio democrático de ponerse de acuerdo es vital.
Y en ese contexto de cuestionamiento al Chile actual y su modelo, es necesario que nos atrevamos a plantear un modelo económico de espectro amplio, que nos permita ver cómo la economía afecta prácticamente cada aspecto de nuestras vidas, y que no solo significa el crecimiento del PIB cómo objetivo principal del país.
Desde la idea de lo sustentable, algunos plantean una constitución verde; otros firman un decálogo ambiental. Sin duda, que todos esos aspectos y elementos son relevantes desde la perspectiva ambiental, sustentabilidad y en la afectación de nuestra calidad de vida.
En ese sentido, el buscar una idea que mire la economía de forma más sistémica y global, donde el ser humano consciente puede mirar el hoy y el futuro para las nuevas generaciones, es el camino más razonable. Teniendo como paradigma lo dicho, nos encontramos con la idea de la economista Kate Rawort, que nos presenta el modelo de “la dona o rosquilla”. Este modelo representado en una dona (donut), propone un modelo económico circular, donde gráficamente la masa de la “dona” se define como el espacio de seguridad y justicia social de las personas, en el que se deben desarrollar políticas económicas, regenerativas y redistributivas.
La base o piso (borde interior) de este modelo, que gráficamente sería el borde interno de la rosquilla, se define como la base social, y según la economista K. Rawort, ésta sería la estructura de los derechos sociales básicos como el acceso al agua, a energías limpias, acceso a una salud y educación digna y universal, igualdad de género, equidad social (oportunidades) y acceso a representación política, trabajo e ingresos mínimos, alimentos y viviendas.
Por el borde exterior de la dona tenemos lo que define Kate como el techo ecológico, es principalmente poner un límite al crecimiento económico desenfrenado. Acá es donde este modelo cuestiona directamente el paradigma del PIB (Producto Interno Bruto) como objetivo principal de las políticas económicas de los países, sin delimitar hasta donde podemos llegar con tal de conseguir este objetivo, dejando en su pasada enormes costos sociales y pasivos ambientales que finalmente recaen sobre todos nosotros.
Es por eso que Kate R. Propone limitar este paradigma, agregándole elementos cono una redistribución económica, considerando como límite al crecimiento desmedido la pérdida de Biodiversidad y la reconvención del suelo, la contaminación del aire, el agotamiento de la capa de ozono, el cambio climático, contaminación química y descarga de nitrógeno y fósforo, la acidificación de los océanos, así como no afectar el consumo de agua dulce (considerado un derecho universal).
La idea que presentamos, nos gustaría poder profundizar y comparar con otras propuestas que se van a comenzar a poner en discusión, donde nuestro objetivo es poder ampliar la mirada con ideas nuevas y más integrales