Honrar la vida es una canción de una autora argentina llamada Eladia Blázquez, que cantan, entre otras, Mercedes Sosa y Sandra Mihanovich. Es una canción que encuentro hermosa. Y me ha evocado sentimientos en estos días en contextos diferentes.
Por una parte, como científica y como ciudadana estoy profundamente decepcionada de todo lo que la COP25 no logró y preocupada por el riesgo que estamos corriendo y, con nosotros, los seres humanos que vienen y otras especies y otra vida en este planeta azul.
También me ha hecho sentido al escuchar al actual Canciller, muy preocupado porque ya van cuatro declaraciones de instancias internacionales planteando los graves atropellos a los Derechos Humanos en Chile; según él no podemos pasarnos la vida comentando eso. La verdad, mejor haría, en preocuparse, entre otros, de fortalecer la diplomacia y la multilateralidad en los tiempos que corren, por mucho más que la guerra comercial que enfrenta a China y Estados Unidos de América. Pero igual que varios representantes de países en la COP25, parece estar más preocupado por las implicancias de la mentada “guerra comercial” sobre el indicadorcito aquel llamado PIB (Producto Interno BRUTO) que por las violaciones a los Derechos Humanos constatados en Chile o las consecuencias de un clima que está cambiando a una tasa con las que no sabemos lidiar o con la pérdida de biodiversidad o la alteración ….en fin. Supongo que a alguien como él no le gusta una canción como Honrar la Vida, sobre todo cantado por la Negra Sosa o una cantante casada con otra mujer.
¿Cómo les va a gustar algo que habla así?:
“Merecer
la vida no es callar y consentir…Tantas injusticias repetidas…¡Es una virtud,
es dignidad!
Y es la actitud de identidad ¡más definida!
Hay tanta pequeña vanidad… En nuestra tonta humanidad. Enceguecida
Eso de durar y transcurrir…No nos da derecho a presumir…Porque no es lo mismo que vivir
¡Honrar la vida!”
Pero la canción no sólo me evoca lo negativo, lo asesino, lo torpe y lo miope. Me evoca la razón, la motivación de entender, crear, pensar, pintar las calles de colores. La poesía de vivir y amar, la capacidad de soñar, de cambiar el mundo, de sonreír, de disfrutar. Ese honrar la vida de quienes aún quieren encontrar a sus “desaparecidos”, el de quienes se dan la mano desafiando los prejuicios atávicos, de quienes cuestionan todo buscando nuevos caminos, de quienes, a pesar de todo, continúan…