La muerte de Baltazar nos ha conmovido a todos, ¿cómo una guagua menor de un año muere en su casa mientras es amamantada por su madre? No es el primero, pero lamentablemente tampoco será el último, son muchos los inocentes que han muerto por el incremento de armas de fuego, y la violencia en las poblaciones en nuestro país. No es sólo en la comuna de La Pintana, no es sólo en la región metropolitana de Santiago. Tenemos un problema y debemos enfrentarlo seriamente como país.
En Chile existe un alto número de armas legales y debidamente inscritas en manos de civiles. Según cifras de la Dirección General de Movilización Nacional (DGMN), en todo el país hay 733.950 armas autorizadas para su tenencia. Esto significa que hay un arma autorizada por cada 24 personas. Además, se afirma la facilidad para adquirir municiones para ellas y la inexistencia de registros de estas compras.
No existen las balas locas, lo que existe son balas lanzadas al aire por personas ligadas al narcotráfico, a la delincuencia, con problemas psicológicos y sociales graves.
Una sociedad que no ha tomado el tema con la urgencia debida y que ha visto como este tipo de delitos se siguen cometiendo sin avanzar y adoptar medidas legales y de políticas sociales requeridas para enfrentar la temática desde su multidimensionalidad.
Sociedad que no se ha hecho cargo de la desigualdad territorial, que no quiere mirar que hay lugares donde todas las noches suenan balas, donde hay colegios y jardines infantiles que a los niños y niñas se les enseña cómo actuar frente a esos sonidos y que deben tirarse al suelo para sortear y escapar de las balas.
Al mismo tiempo que algunos llaman a armarse para defenderse de la delincuencia, vemos como otros viven encerrados en sus casas desde tempranas horas para no verse envueltos en un tiroteo o exponerse a esas armas.
No nos olvidemos del tema, ya que lamentablemente nos volveremos a conmover con una nueva tragedia si nada hacemos.
No más armas en Chile, no más violencia, así de simple y claro.