Abogada penalista, viajera impenitente, lectora voraz, con amor ecléctico por la música y defensora de alma. Amante del fútbol, las galletitas, el campo y el café. Mamá de cuatro, por elección y amor y mujer de un huaso leguleyo. Feminista, pésele a quien le pese, con hambre por la justicia y la equidad y necesidad de ver, escuchar y leer a más mujeres. #másmujeresalpoder
Se que es difícil que algunos entiendan lo que sentí al aprobarse la norma sobre paridad en el proceso constituyente, especialmente algunos hombres. La emoción desbordada, el orgullo, la esperanza de cambios. Y todo, sólo porque se aceptara integrarnos en un 50% en la discusión de la nueva constitución. ¿Sólo?
Entiendo lo que se siente al leer una historia tan personal y tan propia; me pasó hace algunos años con La noche de la usina. Pero eso será otra historia.
Una anticolumna podría escribirse si no hubiera necesidad de ella y su título anunciara algo que ya ha sido escrito y está lleno de pirotecnia en su título, que explotara sin novedad ni contenido.
No se pueden acordar las bases del nuevo pacto social sin paridad. Así de simple, así de complejo. No se puede discutir y aprobar una constitución que no sea forjada por hombres y mujeres en igual proporción.
En los últimos años nos hemos hecho expertos en dejar de ver aquello que es evidente. Pero la crisis que ha explotado y que nos ha tenido en vilo en las últimas 5 ó 6 semanas, ha hecho imposible seguir actuando como si nada pasara.