El mes de octubre partió con uno de esos anuncios que desagradan a la mayoría y le causa indiferencia a una minoría. El pasaje de la micro y el del metro vuelven a subir. Es una pésima noticia, además, cuando observamos que el impacto recae nuevamente, sobre quienes menos tienen. Como es costumbre ya en nuestro país, la mala gestión de políticas públicas y las agendas políticas irresponsables, terminan por castigar a los más vulnerables. El alza del pasaje afecta de mayor manera al 25% de las personas que hacen viajes largos y combinan formatos de transporte público. Resulta además, y como es de esperar, que estas personas pertenecen a los sectores de mayor vulnerabilidad, que reciben menores ingresos y que viven en comunas bastante lejanas a los lugares donde trabajan, estudian o incluso tienen acceso a ciertos servicios.
Recientemente, Guillermo Muñoz, investigador en transporte de Chile 21, nos ha planteado la idea de generar un sistema de subsidio para las personas que menos tienen. Una tarifa social para las personas de menos recursos. De acuerdo a muñoz, esta tarifa podría beneficiar al menos al 11% de los usuarios e incentivaría el uso del transporte público. Pero, además, necesitamos incentivar decisiones políticas que faciliten la presencia de transporte público en ciertas comunas, que generen incentivos para el desarrollo de nuevos sistemas de transporte y por sobre todo políticas urbanas que ayuden a reducir las distancias que tienen que recorrer quienes trabajan en los barrios más pudientes.